El fútbol es así
El esférico sale despedido por la bota a ciento diez kilómetros por hora, con la fuerza justa, la resistencia al aire y a la gravedad específicas, y el efecto adecuado para que su trayectoria traspase la meta. En la fracción de segundo en que el jugador se percata del inminente golazo, de la imposibilidad de alcance del guardameta al balón, se entromete, inoportuna, la inevitable Ley de Murphy. Un mosquito que bate sus diminutas alas a miles de kilómetros de allí es, en esta ocasión, el que provoca la repentina ráfaga de viento. La que, con justicia, debería denominarse Ley del Mosquito, desvía el abnegado esférico lo suficiente para que colisione en el larguero, rebote en el césped, justo unos centímetros por delante de la línea de cal, y salga despedido fuera de la portería.
El jugador de la selección de Burundi, sin poder dar crédito a su fallo, pierde la oportunidad de su vida. Mientras otro esférico sigue dando vueltas, ya nadie recuerda que hubiera podido ser campeón del mundo.
Franz_126
El jugador de la selección de Burundi, sin poder dar crédito a su fallo, pierde la oportunidad de su vida. Mientras otro esférico sigue dando vueltas, ya nadie recuerda que hubiera podido ser campeón del mundo.
Franz_126
2 comentarios
maliae -
Muy atinado el cuento, Franz. felicito.
Anónimo -