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el expreso de medianoche

Carta de Lorena

Carta de Lorena Efectivamente, todo ocurrió tal y cómo aparecía en el guión. La historia terminaría de la misma manera que ella había imaginado: recogería el correo de su buzón y se dirigiría al salón de su casa. Allí, interpretando el papel que tenía asignado, abriría el sobre y leería su reveladora misiva:

“..., 3 de agosto de 1999

Amado Jorge:
Sé que cuando leas estas líneas ya habré partido. También sé que tan sólo es mía la responsabilidad de haberte dejado así, de haberme marchado sin previo aviso (¡con qué vano orgullo te lo hubiera dicho, a pesar de que no pudieras creerme!), pero era así cómo estaba escrito, y quién era yo para saltarme las líneas de mi propio guión.
Supongo que cuando te llegue la carta, y teniendo en cuenta la usual demora del correo, habrán pasado unos dos o tres días. Pues bien, escribiéndote en el presente epistolar de la fecha que aparece en la cabecera, justo unos instantes antes de salir de casa, te detallaré los incidentes que en este futuro pretérito acontecerán en mi historia. Por cierto, en cuanto acabes de leer esta carta, y sólo si todavía mantienes la curiosidad y el interés que hube de reprimirte por razones obvias, te doy permiso ahora para que recojas el guión de mi última película y, sólo si te ves con fuerzas de ello, lo leas y finalmente lo entregues a la productora.
Debes saber, por otra parte, que el guión de aquella película que narraba casi al dedillo nuestro propio encuentro y las circunstancias en que nos conocimos, lo escribí mucho tiempo antes de que llegáramos a encontrarnos de aquella manera tan fortuita. Nunca llegué a confesártelo, por rubor, y sé que aunque te hubiera dado mil razones de por qué decidí escribir acerca de nuestra historia, jamás te habría podido confesar que en realidad fue la historia la que escribió nuestro destino.
Y de esa misma manera, he acabado escribiendo el final de la historia, el último guión de la película que pasará efímeramente por delante de mis ojos, sin posibilidad de dar marcha atrás. Pensarás que estoy loca, que estaba en mis manos el haber podido evitarlo, que en el fondo es un suicidio, y quizá tengas toda la razón; pero nada de lo que siempre he escrito ha sido premeditado, nada estaba planeado, y nunca he sido consciente de que aquello que surgía de la pluma derivaría en el tintado veneno que daría forma a nuestro porvenir.
En definitiva, pues, te revelaré lo que sucederá (lo que ya sucedió) en el transcurso de la historia, sin saltarme ni una sola línea del guión:
Cuando finalice la redacción de esta carta, la meteré en un sobre. Luego me dirigiré a un buzón de correos y la depositaré allí, para que cuando todo haya ocurrido la recibas en nuestra vivienda. Por la tarde me despediré de ti (con un vehemente y efusivo abrazo que, supongo, siempre recordarás). Después partiré con mi coche y recorreré algunos kilómetros en dirección a aquella reunión con el productor, con la intención de enseñarle mi guión (cita que, por descontado, estaba prevista en el mismo). Una vez que ya esté circulando por la autopista, y pasados unos cuantos kilómetros, llegará el inevitable incidente (que habré de aceptar con resignación) y entonces, aquel camión se saldrá de la calzada de la vía del sentido contrario, atravesará la valla quitamiedos de la mediana, invadirá el carril opuesto de la autopista y arrollará mi vehículo: minutos después llegarán las ambulancias al lugar del accidente, pero ya será demasiado tarde.
Y aquí es donde concluirá la historia, al menos en lo que a mi parte respecta. Bueno, siendo sincera, y con la intención de no desvelar mi secreto (que espero que tú guardes), ni para confundir al espectador con aparentes poderes visionarios por mi parte, he decidido desechar del guión final esta póstuma parte epistolar, que sólo tú conoces. Asimismo, he tomado la decisión de echar a la hoguera todos los recientes proyectos que ya tenía redactados y, para bien o para mal, no te resumiré ni un ápice de su argumento.
En suma, con esta carta no pretendo que llegues a ninguna conclusión, tan sólo te he expuesto la verdad, y quizá te he respondido a alguna pregunta que hayas podido hacerte alguna vez. Pero no busques ninguna razón lógica ni coherente para ello, ni te atormentes pensando en las cosas que se podrían haber cambiado. Hay un dicho que dice que el destino está escrito: no estoy segura de que eso sea cierto, de lo único que estoy convencida (si todo va como creo) es de que todo lo que he escrito hasta el día de hoy ha supuesto el relato de mi destino.
Ya no me queda más que decirte, salvo una cosa que también es cierta:
Te quiero, y siempre te querré:

Lorena.”

Cuando concluyó la lectura de la carta la envolvió entre sus manos y, haciéndola un ovillo, la lanzó a la hoguera de leña de la chimenea del salón. A continuación, se dirigió al despacho, tomó las llaves que abrían el cajón de Lorena, y recogió el guión. No tuvo el suficiente coraje para hojearlo. Tan sólo decidió llevar a cabo el propósito de Lorena, y partió aquella misma tarde de un seis de agosto de 1999 con la intención de lograr lo que en una ocasión aquel mismo guión le impidiera a ella.

Franz_126

1 comentario

Carnivoricio -

Tu relato es extraordinariamente complejo: la superposición de tiempos y de niveles narrativos le dan una complejidad de lectura casi borgiana (de Borges, claro: estoy seguro de que a él le habría gustado tu cuento.) Un cuento para releer y reflexionar acerca de la propia esencia de la literatura.
Un saludo.