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el expreso de medianoche

Crimen Desorganizado, S.A.

Crimen Desorganizado, S.A.

-¡Hola, papi! –saludó Begoña, abrazando a Coto-. ¿Qué tal te va? Mira, te presento a Bebo Léxico... 

        -¿Quién cojones es este vejestorio? –inquirió Coto-. ¿Otro de tus ligues?

        -Bebo Léxico, del departamento de Crímenes Literarios, para servirle... –intervino Léxico. 

        -¡Coño! ¿A quién cojones me has traído, Bego? Escuche, caballero... Estoy limpio. Hace muchos años que no trafico con drogas, y ya pagué por ello en su día. ¿Es que no me van a dejar en paz?

        -Tranquilo... –aclaró Léxico-. Lo cierto es que sus asuntos de tráfico, en el caso de que los tenga, no me interesan lo más mínimo... Le vuelvo a repetir que soy agente del departamento de Crímenes Literarios. No sé si habrá oído hablar de éste... 

        -¡Ah, sí! Claro... –contestó Coto-. Perdone, pero ya pensaba que me querían meter otra vez en chirona.

        -Lo cierto es que estamos investigando un caso de “negrura” en el que usted es sospechoso, o podría verse involucrado... Así que si es tan amable de acompañarnos, nos reuniremos con mi superior, ya que nos gustaría hacerle unas cuantas preguntas. 

        -¿”Negrura”? –se preguntó Coto-. ¿De qué demonios me está hablando? Bueno, no hay ningún problema... Les responderé todo lo que pudiera saber sobre el asunto.

        Salieron de los estudios y se encontraron con el comisario Hiato, que esperaba en la cafetería tomando un café. 

        Salieron los cuatro, en el coche del comisario, hasta el Comité Central. Una vez en la sala de interrogatorios, Léxico puso en antecedentes a Coto, que parecía extrañado por el caso. Entonces, comenzó a relatar lo concerniente a la adquisición del libro.

        -Lo cierto es que soy aficionado a pasearme por mercadillos y rastros, no por voluntad de adquirir baratijas, sino por curiosear y buscar peculiaridades. Debido a esto, he hecho incluso colegas entre los dependientes de algunas paradillas, como es el caso de Samir, un marroquí que vende lencería barata en un puesto del mercadillo de la plaza de Poniente, en Matriz. 

        “El caso es que se acercaba el aniversario de Bego, y no sabía qué comprarle. Un día, paseando por el mercadillo, se me ocurrió que podría regalarle un libro. Se lo comenté a Samir, informándole que iría a echar un vistazo al hipermercado “Mediamanga Mangotero”. No obstante, Samir me recomendó que no fuera, que él podía adquirir libros (sin estrenar) y a muy buenos precios, ya que conocía a un amigo que trabajaba como intermediario para una casa editorial.

        “Me preguntó que qué clase de libros le gustaban a Begoña, y le dije que, de momento, en casa sólo tenía un par, de los cuales recordaba haber leído algunas páginas de uno de una tal Corín Mellado. 

        “Así, pues, me dijo que no me preocupara, que me conseguiría un buen libro, reciente y de actualidad.

        “Así es como, al día siguiente, me trajo “Sabor a fuel”. Me lo vendió por quince euros, cosa que me pareció bastante asequible. Le di las gracias por su ayuda, y me despedí de él hasta dentro de dos semanas, ya que me quedaría en Barmolona durante ese tiempo. Finalmente, llegó el día del cumpleaños de mi hija, y le regalé el libro. Y eso es todo...” 

        Tras la entrevista, Léxico y Hiato estuvieron cavilando sobre la historia que Coto les había contado. Para contrastar su veracidad, tan sólo debían acudir al lugar del que Coto les había hablado, y preguntar al marroquí. Así, pues, Léxico le pidió las señas del lugar y la dirección y, con voz firme, se dirigió al famoso:

        -Y recuerde que su calidad de sospechoso sigue en vigor... Así que deberá estar en todo momento localizable, sin la posibilidad de poder abandonar el país.

Franz_126

 

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