Crimen Desorganizado, S.A.
-Verá, agente comenzó Ermita-... Resulta que en uno de mis viajes a Barmolona acudí a una famosa discoteca, donde conocí a una deliciosa muchachita llamada Begoña. Aquella noche era la fiesta de Miss Camiseta Mojada y Begoña resultó ser la indiscutible ganadora del primer premio. Yo me quedé absorto por aquella maravilla: fue, prácticamente, amor a primera vista. Así que me decidí a realizar un movimiento de avance hacia aquella monumental señorita... Me dirigí hasta la barra, donde tras el concurso se encontraba Begoña. Me presenté y empezamos a charlar. Ella comenzó a morirse de la risa con mis ocurrencias y..., en fin... Que nos caímos muy bien, y quedamos para el día siguiente.
Así, pasaron unas semanas, y ella me contó que quería estudiar la carrera de Filología en la Facultad de Letras, pero que no disponía ni del dinero suficiente ni de la nota necesaria para su matriculación. Audazmente, gracias a mis facultades económicas y a mi capacidad de persuasión (además de algún que otro euro) convencí a la decana para que matriculase a Begoña.
Pronto me di cuenta de que era aficionada a fumar algún porrito de vez en cuando; pero jamás le vi meterse ninguna mierda de esas, se lo juro... Tampoco creo que fuera ningún tipo de camella, ni nada por el estilo... (y a pesar del pasado turbulento de su padre, que desde hacía tiempo había abandonado esos hábitos).
Transcurrieron dos meses, y Begoña se mostraba muy contenta con sus estudios. No obstante, el día de autos, me encontré con Bego en el patio de la Facultad y me explicó que había quedado con unos compañeros para hacer una sentada y encadenarse delante del despacho de la decana, con el objetivo de demandar un ajuste del horario de las clases. Me dijo que le esperase en la biblioteca y que le guardase su mochila y, ya sabe hizo a Léxico un guiño de camaradería-, cualquiera se niega a conceder un favor a unos huesos de ese calibre... Total, que me fui a la biblioteca y, por cierto, tuve que hacerme el carné de socio. Estuve esperando toda la mañana a Bego, mientras mataba el rato delante del ordenador, hasta que, cansado de la espera, me marché en su busca, descuidándome, gracias a mi pésima memoria, la mochila.
No encontré a Begoña por ninguna parte. Tampoco lo logré al día siguiente, ni los posteriores. Traté de llamarla por teléfono, aunque una dulce y acaramelada voz me informaba cada vez de que ese número había sido dado de baja. Y así, hasta el día de hoy...
Léxico se quedó un tanto confuso mientras escuchaba la historia y, a pesar de su desconfianza, pensó que no era muy probable que aquel ricachón estuviera inventándose aquella historia.
Mientras continuaba escuchando algún que otro detalle -menos crucial y más trivial-, de la historia de Ermita con Begoña, en los exteriores de la casa se comenzó a sentir una estruendosa barahúnda. Salieron Ermita y Léxico por la puerta del salón y se encontraron con una manada de micrófonos, flashes y exabruptos por parte de un rebaño de paparazzis. Léxico trató de zafarse del tumulto, mientras Ermita se veía acosado por las preguntas. Mientras trataba de encontrar la salida, se dirigió a gritos a Ermita:
-Recuerde que su calidad de sospechoso del caso sigue en vigor... Así que deberá en todo momento estar localizable, sin la posibilidad de salir del país...
-Pero..., el jueves había planeado ir a Noami a ver a mi hijo Julito... repuso Ermita, con pesar.
-Se siente... respondió Léxico.
Una vez en la calle, Léxico se dirigió caminando al centro de la villa, con intención de tomar un taxi y volar de vuelta a Barmolona. Estaba dispuesto a resolver aquel enigma, y nadie ni nada iba a desviarle de su objetivo.
Franz_126
Así, pasaron unas semanas, y ella me contó que quería estudiar la carrera de Filología en la Facultad de Letras, pero que no disponía ni del dinero suficiente ni de la nota necesaria para su matriculación. Audazmente, gracias a mis facultades económicas y a mi capacidad de persuasión (además de algún que otro euro) convencí a la decana para que matriculase a Begoña.
Pronto me di cuenta de que era aficionada a fumar algún porrito de vez en cuando; pero jamás le vi meterse ninguna mierda de esas, se lo juro... Tampoco creo que fuera ningún tipo de camella, ni nada por el estilo... (y a pesar del pasado turbulento de su padre, que desde hacía tiempo había abandonado esos hábitos).
Transcurrieron dos meses, y Begoña se mostraba muy contenta con sus estudios. No obstante, el día de autos, me encontré con Bego en el patio de la Facultad y me explicó que había quedado con unos compañeros para hacer una sentada y encadenarse delante del despacho de la decana, con el objetivo de demandar un ajuste del horario de las clases. Me dijo que le esperase en la biblioteca y que le guardase su mochila y, ya sabe hizo a Léxico un guiño de camaradería-, cualquiera se niega a conceder un favor a unos huesos de ese calibre... Total, que me fui a la biblioteca y, por cierto, tuve que hacerme el carné de socio. Estuve esperando toda la mañana a Bego, mientras mataba el rato delante del ordenador, hasta que, cansado de la espera, me marché en su busca, descuidándome, gracias a mi pésima memoria, la mochila.
No encontré a Begoña por ninguna parte. Tampoco lo logré al día siguiente, ni los posteriores. Traté de llamarla por teléfono, aunque una dulce y acaramelada voz me informaba cada vez de que ese número había sido dado de baja. Y así, hasta el día de hoy...
Léxico se quedó un tanto confuso mientras escuchaba la historia y, a pesar de su desconfianza, pensó que no era muy probable que aquel ricachón estuviera inventándose aquella historia.
Mientras continuaba escuchando algún que otro detalle -menos crucial y más trivial-, de la historia de Ermita con Begoña, en los exteriores de la casa se comenzó a sentir una estruendosa barahúnda. Salieron Ermita y Léxico por la puerta del salón y se encontraron con una manada de micrófonos, flashes y exabruptos por parte de un rebaño de paparazzis. Léxico trató de zafarse del tumulto, mientras Ermita se veía acosado por las preguntas. Mientras trataba de encontrar la salida, se dirigió a gritos a Ermita:
-Recuerde que su calidad de sospechoso del caso sigue en vigor... Así que deberá en todo momento estar localizable, sin la posibilidad de salir del país...
-Pero..., el jueves había planeado ir a Noami a ver a mi hijo Julito... repuso Ermita, con pesar.
-Se siente... respondió Léxico.
Una vez en la calle, Léxico se dirigió caminando al centro de la villa, con intención de tomar un taxi y volar de vuelta a Barmolona. Estaba dispuesto a resolver aquel enigma, y nadie ni nada iba a desviarle de su objetivo.
Franz_126
1 comentario
Chajaira -
Te sigo.
Besos.