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el expreso de medianoche

Crimen Desorganizado, S.A.

Crimen Desorganizado, S.A.

Siguieron las señas de la gitana y llegaron a la parte sur del mercadillo. Localizaron el puesto de helados del que les había hablado la gitana, y junto a éste, el puesto de lencería. Se dirigieron hasta el lugar, donde encontraron a un marroquí que ordenaba unas cuantas cajas, mientras otro compañero disponía varias piezas de lencería en un colgador. Se dirigieron al que tendía la ropa, que les saludó con una afable sonrisa. 

        -Paisa... Mira que sostene barato, barato...

        -Hola, majo –saludó Léxico, mientras enseñaba su placa de detective-. Verás... La verdad es que quería hablar con un tal Samir. No sé si eres tú o tu... 

        No pudo acabar la frase, ya que comprobó cómo el otro tendero había desaparecido ágil y fugazmente por la cortina trasera del puesto. Asimismo, comprobó cómo, instantáneamente, Suspensivo salió corriendo por detrás del puesto a la zaga del fugitivo. En ese breve lapso de tiempo, el marroquí contestó.

        -Samir es mi cumpa... Pero nosotros legal, paisa, negosio legal y limpio... 

        -Ya... Supongo que por eso a tu cumpa le ha dado por salir a hacer un poco de fúting, ¿no...?

        Al cabo de pocos minutos, Suspensivo regresó con Samir, esposado y amarrado por los brazos del ayudante novato. Lo cierto es que Léxico, en esta ocasión, se quedó aún más perplejo, si cabe, ante la intachable eficacia de su compañero. 

        Después de aclarar al dependiente que su visita no se debía por motivo de registro de papeles alguno, se dirigieron con Samir a un banco situado detrás del puesto.

        -Lamento que mi compañero haya tenido que utilizar tales métodos disuasorios –comunicó Léxico a Samir-, pero me temo que no hubiera sido conveniente tener que aplazar nuestra entrevista indefinidamente... 

        -Yo limpio, paisa... –adujo Samir-. Yo tener papeles en regla. No problema...

        -Ya, ya, tranquilo... No problema... –asintió Léxico-. Te informaré que no somos de la brigada de inmigración, sino del departamento de Crímenes Literarios. Alguien nos ha proporcionado una información que queríamos contrastar contigo... 

        -Todo bien, paisa... Yo decir lo que sepa.

        -Bien. Nos gustaría saber si vendiste hace algún tiempo un libro titulado “Sabor a fuel” a un tal Coto Mataporros... 

        -Ah, sí... –convino Samir-. Verdad. Coto ser mi amigo. Él querer un bonito libro para su hija. Yo decir que puede encontrar libros baratos. Yo traer ese libro y vender.

        -Ahá. Y dime, Samir. ¿Dónde adquiriste ese libro? 

        -Samir tener un conocido que trabajar en el almasén de una pequeña editorial. Él poder conseguir libros a buen presio, y él conseguirme ese libro. Yo pagar a él el presio acordado...

        -Hum... Muy bien. Y dime... ¿Cómo se llama ese tipo, y dónde le puedo encontrar? 

        -Uy, paisa... Pero yo no poder chivar... Él trabajar... destrangis, y él no tener papeles. Si decir, a él echar del país.

        -Pobre, pobre... Lo malo es que si tú no decir a mí, yo llamar a policía para comprobar si de verdad tienes los papeles en regla. 

        Mientras Samir contestaba airado algún tipo de retahíla imprecatoria en idioma árabe, Léxico instó a Suspensivo.

        -Tienes ahí el teléfono de la brigada de inmigración, ¿no? 

        -¡Vale, vale! –interrumpió Samir-. Yo decir nombre... Y también dónde vivir... Llamar Yeong Su Yong, y ser chino. Vivir en la calle Río Rojo, número veintisiete, cuarto tercera... –informó-. Pero, ¡por favor! ¡No decir que yo decir a ti! No querer que me persiga para matar la mafia china...

        -Muy bien, no te preocupes... –tranquilizó Léxico-. No diremos ni pío. Punto, ya puedes quitarle las esposas al amigo. 

        -¡Oh, gracias! Entonces, ¿dejar libre?

        -Como te he dicho, no somos la policía. No obstante, debes permanecer localizable, sin la posibilidad de abandonar el país... No olvides que tu calidad de sospechoso de crimen literario sigue en vigor...

 

Franz_126

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