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el expreso de medianoche

Crimen Desorganizado, S.A.

Crimen Desorganizado, S.A. Esperó pacientemente durante aquella tarde, sentado en un banco del parque situado junto a la vivienda de Begoña. Después de estudiar detenidamente la fotografía, vigiló todos y cada uno de los inquilinos que entraban en la portería del edificio. Pasaron unas horas y la sospechosa no aparecía por el lugar. Ya comenzaba a oscurecer mientras Léxico daba un paseo por la acera del portal, cuando vio aparecer por la calle la figura estilizada de una joven con macuto. Cuando la joven se aproximaba al portal, Léxico pudo identificar –a pesar de las coletas de colegiala y los varios piercings en cejas, barbilla y nariz- a Begoña Mataporros. Cometió el error de enseñar su placa de detective pocos metros antes de su encuentro con la joven, por lo que ésta decidió con rapidez dar media vuelta y salir a toda mecha corriendo en dirección opuesta. A pesar de los avisos de Léxico, la joven se encontraba ya a punto de doblar la esquina de la calle, por lo que Léxico decidió practicar un poco de deporte y se puso a la zaga de la liebre. Tras girar la esquina, Léxico comprobó que la estudiante se dirigía calle abajo, por la acera opuesta. Tuvo que driblar alguna moto y algún que otro coche, mientras cruzaba la calle mostrando su placa. Pudo observar que Begoña se disponía a dar un nuevo giro y abandonar aquella manzana. Al llegar a la esquina, Léxico comprobó que se hallaba en una gran avenida arbolada. A lo lejos, descubrió la figura de la joven, que se dirigía hacia la puerta de unos grandes almacenes. Cuando llegó hasta la puerta y miró hacia el interior de la superficie comercial se percató de la dificultad que se añadía a su búsqueda: cientos de personas concurrían por la planta baja del local, rebuscando y probándose ropa de oferta en las rebajas. Miró el cartel que indicaba las secciones de las ocho plantas del edificio, las indicaciones de las cuatro salidas y, tras echar una aturdida y desesperada ojeada a su alrededor, reconoció, por fin, que aquella hábil jovenzuela había logrado su escapatoria.

Salió, pues, cabizbajo, del centro, y optó por reconsiderar la situación. Se dirigió de nuevo hacia el parque situado junto a la vivienda de Begoña y comenzó a cavilar. Pensó que podría pedir una orden de registro para la vivienda de Begoña, aunque desestimó la idea provisionalmente, ya que, mientras se ponía en contacto con el Comité y con la Policía, la cosa se podría demorar durante horas. Entonces, se le ocurrió que quizá Begoña pudiera acudir a la mañana siguiente a la Facultad. Era una posibilidad, aunque probablemente, si ella estaba al tanto del caso, procuraría no aparecer por allí. Pero era ésta la única alternativa, por el momento, de poder volver a localizar a Begoña Mataporros. Optó, pues, por irse a dar unas cabezadas para acudir al día siguiente a la Facultad. Una barba postiza, unas gafas de sol y una cartera de profesor podrían contribuir a que su próximo encuentro con Begoña no acabara de nuevo en plantón.

Franz_126

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