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el expreso de medianoche

Crimen Desorganizado, S.A.

Crimen Desorganizado, S.A. En la sala de interrogatorios, el comisario Hiato daba vueltas alrededor de la mesa, echando de tanto en tanto una mirada furtiva a Begoña Mataporros. Finalmente, recibiendo un gesto de aprobación de Léxico, se decidió a sentarse frente a la joven y, con voz suave, aunque soberbia, comenzó a informar a la sospechosa:

-Supongo que conoce usted la magnitud del aprieto en el que deambula... Así que vamos a dejarnos de florituras y otros fútiles escarceos, con la intención de arribar pertrechos al meollo de la cuestión...

-¿Mande? –interrumpió la joven, con cara de aturdimiento.

-En otras palabras... Que empieces a soltar por esa preciosa boquita, monada...

-Lo llevas claro, gorilada... –contestó con indiferencia Begoña-. No pienso decir ni pío si no es en presencia de mi abogado...

Hiato se giró hacia Léxico, mostrándole una cómica sonrisa, a la que el agente correspondió incluyendo un repentino arqueamiento de cejas. A continuación, una breve risa, correspondida por una tos reprimida. Seguido de una carcajada, correspondida por un gran alborozo de risas. Una vez calmadas las risas, Hiato se volvió de nuevo hacia Begoña:

-Pues claro, cielo... Faltaría plus... ¿Sabes? Hemos investigado en tu ficha y, ciertamente, no tienes ningún antecedente por delito literario... Por otra parte, sabemos perfectamente quién eres y quién es tu “renombrada” familia. También conocemos, no obstante, tus antecedentes como camellita de tres al cuarto, aunque eso no nos interesa...

-¿Cómo? –se extrañó Begoña-. Entonces, ¿vosotros no sois de estupefacientes?

-Pues no, chica... No sé si te has enterado de que estás en el CCPCL o, dicho de otra manera, el Comité Central por la Prevención de Crímenes Literarios.

-¡Coño! –se dirigió a Léxico-. Pues yo que pensaba que el otro día andabas buscando mierda en mi mochila...

-¡Bueno, pues no! ¡Y deja de una vez de hacerte la tonta! –contestó con énfasis el comisario Hiato-. ¡Ah! Por cierto... No creo que “tu abogado”, ese tal Fernández-Meréndez (en busca y captura desde hace meses) esté localizable en este momento... Así que empieza a soltarnos ya qué cojones tienes que ver en el caso “Sabor a Fuel”.

-¿”Sabor a Fuel”? Ah, ese libro... –contestó aliviada-. Es un regalo que me hizo mi viejo por mi cumple... ¿Qué pasa con ese tocho?

Hiato instó a Léxico a que le acompañara fuera de la sala. Cerró la puerta tras de sí y se dirigió con cara de preocupación al agente:

-Verás... No quería decirte esto todavía, más que nada para que no desviaras tu atención del caso en concreto. Lo cierto es que hace una semana se encontró otro ejemplar de “Sabor a fuel” en la biblioteca municipal. Hace tres días también se halló otro en manos de un conocido empresario de la ciudad. En fin... Que parece ser que no se trata de un caso aislado... Así que debemos andar con pies de plomo...

-Ya veo... –contestó pensativo Léxico-. ¿Qué opina de la estudiante? A simple vista parece una mosquita muerta, a pesar de su desfachatez...

-Bueno, quizá nos esté diciendo la verdad... Es probable que su padre, ese tal Coto, le regalara ese ejemplar... En ese caso, vería mucho más factible que ese menda tenga alguna relación directa con el caso.

-Habrá que localizarle... –propuso Léxico-. En fin, ¿qué le parece si continuamos con el interrogatorio?

-Por supuesto... Vamos a persuadir un poco más a la niña...

Franz_126

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